Cuando vemos a nuestro familiar sintiendo dolor, tristeza, apatía, cómo está viendo todo tipo de alucinaciones, trastornos de conducta y en definitiva apagarse hasta sus últimos destellos de vida, cómo y por mucho que quieras ayudarle…es aterrador.

Sientes que no puedes hacer nada y te inunda la impotencia…

Aunque sepas que los comportamientos de tu ser querido con demencia son síntomas de la enfermedad y no intencionales, lidiar con ellos es un desafío tanto físico como emocional

Me gustaría profundizar más en cuando debemos empezar a actuar:

Los familiares que cuidan nos cuentan que cuando te toca algo así, solo puedes resignarte y esperar… esperar a que todo pase.

– No te haces una idea de lo brutalmente dura que es la demencia, hasta que vives con ella-

Ven que su padre, su madre, su abuelo… olvidan los nombres de sus hijos y nietos, no pueden recordar acontecimientos recientes, no pueden terminar tareas, o hay que recordarles que se duchen, que coman y beban.

-No, ese no es el momento-

Ni tampoco cuando vemos los primeros delirios, ataques de ansiedad, o cuando empieza a acusar a la gente de robar/esconder objetos cuando en realidad no puede recordar dónde los puso.

No podemos esperar a que la persona llegue a ese punto y avance más rápido la sintomatología de la demencia.
Ante los primeros síntomas, hay que acudir a un especialista para que revise su estado y detectar la enfermedad en su fase más precoz, esto nos permitirá planificar los cuidados y estar preparados para cuando sus necesidades cambien.

Hay que actuar desde la más mínima sospecha, trabajar todos los días para mantener las capacidades mantenidas y fomentar la autonomía.
Así, es importante que los pacientes permanezcan físicamente activos y comprometidos socialmente.

Si quieres aprender a brindar la mejor ayuda que sea humanamente posible, teniendo la seguridad de que en todo momento estás haciendo lo mejor que es posible para esa persona…

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