Ética de la intervención domiciliaria

Un auxiliar de ayuda a domicilio es un punto de enlace entre el usuario/a y el trabajador/a social. Sus funciones son las de prevenir, mantener, restablecer e incrementar el nivel de bienestar físico y psicosocial de la persona dentro de su entorno. También debe favorecer la permanencia de los usuarios en su hábitat y retrasar o evitar la institucionalización y sobre todo prevenir situaciones de aislamiento y marginación, hacer un trabajo coordinado y constante de fomento de su autonomía y favorecimiento de su núcleo de convivencia.

La reflexión que se hace en esta guía, nos acerca a hablar del compromiso que requiere una intervención domiciliaria entre usuario y profesional. Al ser en el propio hogar del usuario, un lugar lleno de recuerdos, de enseres personales, es decir con gran carga emocional, el profesional siempre debe tener en cuenta que por mucho tiempo que se encuentre trabajando allí, debe limitar sus movimientos en el entorno, teniendo en cuenta que no es su casa y tiene que respetar los ritmos y libertad que todos como seres humanos, tenemos derecho a disfrutar.

Los profesionales tienen que ser conscientes del respeto a la intimidad y para ello es muy importante establecer una comunicación activa de las pautas a seguir con los usuarios, estableciendo un clima de confianza donde exista la opción de opinar, para saber donde están los límites y hasta donde se puede continuar para que la persona atendida pueda vivir su vida con la máxima dignidad y calidad.

La intimidad concierne varias formas en el ser humano, la corporal, emocional y espiritual y algunas otras más. En la corporal, se define el respeto al cuerpo con sensibilidad y prudencia. En la emocional los profesionales deben hacer uso de la confidencialidad, tratando de dar soporte emocional de forma que la persona se sienta apoyada y valorada. En lo espiritual, es tan sencillo como respetar las creencias sin entrar en valoraciones personales, es más favoreciendo la escucha ya que puede resultar un alivio y estímulo para vivir.

Como vemos, es muy importante para una actuación de cuidado exitosa, el secreto profesional, obligando así a los profesionales al derecho de guardar silencio sobre lo que se conoce durante el ejercicio del profesional de la salud (a excepción de lo estrictamente necesario para la correcta atención). La existencia de un código ético que lo regula, sirve de guía para saber actuar en caso de que no sepamos como actuar, ya que pueden darse muchas situaciones complicadas y nos sirve como método de resolución de dilemas.

Cabe destacar, la importancia de hacer partícipe al entorno familiar del usuario, con el fin de generar seguridad y confianza, donde quede claro cuales son las tareas o actividades de cada uno, que se cree el respeto mutuo para que no haya interferencias que impidan una atención integral correcta.

Para terminar, el profesional de intervención domiciliaria, junto con la coordinación, el entorno afectivo y dicho código ético, ayuda a confiar en que la seguridad de su familiar está en buenas manos, cuidado por un profesional cualificado, digna de confianza y sensible a su vulnerabilidad, contribuyendo a paliar o acabar con la soledad, la depresión, el paternalismo y el vacío existencial de la persona dependiente.

 

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