El síndrome confusional agudo, es uno de los trastornos cognitivos más importantes en el adulto mayor, tanto por su prevalencia como por su pronóstico. Puede ser la forma clínica de presentación de patologías graves o aparecer en el curso de ellas, a veces asociado al tratamiento farmacológico utilizado.

Los síntomas de este síndrome suelen aparecer de forma brusca y presentar fluctuaciones a lo largo del día, siendo de mayor intensidad durante la noche (síndrome vespertino). Su duración es muy variable, pudiendo prevalecer activo desde varios días hasta varias semanas o meses en función de la causa desencadenante.

La aparición de este síndrome es frecuente en personas de edad avanzada, particularmente en aquellas con deterioro cognitivo o demencia.
Las principales características es que la persona mayor tenga dificultades, de nueva aparición, para dirigir, centrar, mantener o desviar la atención, así como alteraciones de la conciencia. Le cuesta seguir el hilo de una conversación, se obstina con aspectos concretos de algo y no es posible reconducirla. Tiene un nivel de alerta alterado. Hay momentos en lo que es difícil despertarla, o que reaccione a determinados estímulos, y, cuando lo hace, puede no tener claro dónde se encuentra ni la fecha en la que vive.

Si existe el síndrome confusional, muy probablemente habrá otras capacidades mentales alteradas, ya sea la memoria, el lenguaje o el modo de percibir el entorno (alucinaciones). El anciano puede estar más inquieto o agitado y realizando acciones sin una finalidad concreta o puede estar aletargado y menos pendiente de lo que ocurre a su alrededor.

FACTORES DE RIESGO:

1. Envejecimiento cerebral
2. Presencia de una demencia o deterioro cognitivo.
3. Depresión o ansiedad.
4. Falta de movilidad.
5. Estrés.
6. Hospitalización.
7. Infecciones (principalmente respiratorias, urinarias y leucocitosis).
8. Enfermedades neurológicas agudas (ictus o infecciones como la meningitis).
9. Insuficiencia renal o hepática.
10. Enfermedades endocrinas (diabetes no controlada).
11. fármacos (psicotrópicos, sedantes, reguladores del ritmo cardíaco, analgésicos, anestésicos, etc.)
12. Desnutrición.
13. Cirugía previa.
14. Dolor.

En cuanto a la prevención, existen diferente herramientas y actividades para llevarla a cabo, que se desarrollan en distintos ámbitos de la persona anciana:
Ejercicios cognitivos: como juegos de palabras, reminiscencia, habilidades mentales, etc.

  • Promoción de la movilización.
  • Ejercicios de atención: juegos como el dominó, parchís, cartas, etc.
  • Control de la dieta: una dieta saludable y equilibrada, es la base para la prevención del delirium puntual.
  • Una buena higiene del sueño: dormir las horas necesarias en un entorno tranquilo y conocido.
  • Control y adaptación de déficit sensitivos: uso y ajuste de gafas y audífonos.
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