Una de las peores sensaciones del mundo que podemos experimentar los seres humanos es la de no sentirnos orgullosos con nosotros mismos.
Tanto en el trabajo, como en los diferentes aspectos de nuestra vida.
Los que posiblemente más la sufren son nuestros mayores.
El darse cuenta de que su vida no puede ser como era antes, la sensación de no “dar la talla” y de depender de cualquiera menos de ellos mismos…
Es de las sensaciones más duras que uno puede tener.
Sin embargo, eso no se soluciona diciendo “tienes que animarte, hombre”, o “ya verás que todo pasa” o “tienes que agradecer que estás vivo” y cosas así.
Hay algo que podemos hacer mucho mejor.
Estar ocupado.
¿Para distraerse?
No, para crear, para que fluya la persona…
Todas las personas tenemos una especie de don desde que nacemos, que es el de poder crear y hacer cosas diferentes.
Si nos paramos, entonces los demonios de la duda, la preocupación, el miedo y el rechazo a uno mismo se apoderan de nosotros y nos frenan.
Nos desconectamos de nosotros mismos. De lo que somos.
Esto se multiplica mucho más en gente mayor con demencia.
Entonces, si queremos que recuperen o tengan más control sobre sus funciones cognitivas, sus capacidades motoras y su vida…
Buscaremos la manera de ponerles a crear algo.
Cuando te centras en crear, tu mente se pone en un estado de “flujo” donde te empiezas a sentir bien contigo mismo.
Puede ser hacer pequeñas construcciones (siempre enfocadas al adulto),
hacer una pintura, aprender un juego nuevo donde haya ejercicios de cálculo diferentes, una coreografía muy sencilla de baile, entonar ritmos con una canción o escribir una carta a sus amigos de la infancia
Puede ser literalmente cualquier cosa que esté dentro de sus posibilidades.
Pueden dedicarle 10 minutos al día, una hora o una tarde.
Eso depende de sus necesidades únicas, pero tampoco importa mucho.
Lo importante es hacerlo.
Tendrán una vida más plena, más rica y más feliz.