La respiración torácica superficial hace que el pecho se expanda hacia los lados para recoger grandes cantidades de oxígeno ante grandes demandas (por ejemplo, cuando estamos realizando una actividad física intensa).
Cuando tal demanda de oxígeno no es tan alta se suele utilizar la respiración abdominal o diafragmática, que hace que el diafragma descienda lo suficiente para permitir la expansión pulmonar completa hacia la zona ventral, lo que permite aprovechar al máximo la capacidad pulmonar.
Este sistema de respiración, permite un intercambio de oxígeno y dióxido de carbono más efectivo y con menos esfuerzo.
La respiración, como método de control de la ansiedad, implica cambiar el patrón respiratorio torácico por otro más profundo y relajante, el diafragmático.
El patrón respiratorio de tipo abdominal tiene un claro efecto positivo sobre el funcionamiento cardiovascular y en la regulación de todo el Sistema Nervioso Autónomo, por lo que favorece el estado de relajación.
Procedimiento:
- Colocar una mano sobre el pecho y la otra sobre el estómago, justo debajo de la caja torácica.
- Tomar aire lentamente y llevarlo hasta los pulmones, hinchando el vientre y evitando que el pecho suba. Contar hasta cuatro mientras se hace. Hay que sentir cómo la mano del pecho sube ligeramente, mientras que la colocada sobre el abdomen se mantiene quieta.
- Retener el aire durante un momento en esa posición.
- Soltar el aire despacio, de nuevo contando hasta cuatro, hundiendo un poco el estómago a medida que el aire va saliendo y evitando que el pecho se mueva.
- Hay que procurar mantenerse relajado, sobre todo al soltar el aire.