Estimado lector/a:

La profesión del TCAE puede llegar a ser muy gratificante, pero al igual que en la vida, no todo es de color de rosa. Desde que empecé a estudiar TCAE me he topado con comentarios de todo tipo como, por ejemplo:

“No es un trabajo de verdad”.
“Solo vas a limpiar culos”.
“No llegarás a ningún sitio con eso”.
“Tienes que empezar desde lo más bajo para ir subiendo”.
“Se paga mal para las horas que echas”.
“Es muy fácil, eso lo hace cualquiera”.
“Si no tienes una carrera, no eres nadie”.

¿Pero sabéis qué? Desde que hice las prácticas y, más tarde, empecé a trabajar en esta empresa, estoy segura de que no quiero otro camino. Descubrí que me encanta lo que hago, y seguiré dedicándome a esto.

Porque no sabéis lo bien que sienta un:

“Cariño, te echaré de menos mañana”, o, “corazón, cuando salga de aquí las puertas de mi casa están abiertas para que te tomes un café conmigo, que eres muy buena gente”; “nena, que te vaya todo muy bien en la vida, porque te lo mereces”; y el mejor, “si te veo por la calle cuando no estés trabajando te invito a una cerveza”.

Que los pacientes te vean llegar y se les ilumine la cara, ya sean personas mayores o jóvenes. Que termines tus servicios y, al cabo de un tiempo (si los vuelven a requerir), deseen que solo seas tú la que vaya a atenderles; cosas así llenan el alma. Ellos/as no se sienten solos cuando nos tienen cerca. Nos sonríen, nos toman de la mano, nos ponen apodos cariñosos… Y, sobre todo que, si no voy el fin de semana o algún festivo, me digan: “te eche de menos”, o un “no me abandones, por favor”.

Que un familiar que lo esté pasando mal, preocupado; te busquen y confíen en ti para desahogarse o pedir consejo, y saber cómo hacerles sentir mejor. No solo al paciente, sino también a su familia.

¿Cómo no me va a gustar hacer esa labor?

He sentido algunas veces cómo desvalorizan esta profesión, pero nadie está libre de que en algún momento necesiten de nuestra ayuda, un padre, una madre, un hijo/a, un primo, abuelo/a.… TODOS absolutamente TODOS, podemos necesitar que nos ayuden, ayuda para movilizarnos, cuidarnos, escucharnos etc. Entonces, es en ese momento cuando se dan cuenta de lo sacrificado y, a la vez, satisfactorio que es este trabajo.

Para terminar… Tan solo me alegra que existan personas que nos reconocen como profesionales y no dudan en buscar nuestra ayuda cuando realmente la necesitan.

Orgullosa de lo que soy y de lo que seguiré siendo: AUXILIAR DE ENFERMERÍA Y AYUDA A DOMICILIO.

Fdo. Azahara Gil Cifuentes.

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