Como seres sociales que somos, las personas necesitamos siempre tener relaciones, vínculos e interacción con otros, sea cual sea el lugar en el que vivimos y las situaciones que determinan nuestro modo de vida.
Con el paso de los años, son inevitables las pérdidas: de seres queridos, del trabajo, de la salud. La viudedad es una realidad frecuente en las etapas más avanzadas de la vida, afectando principalmente a las mujeres mayores. La jubilación, el deterioro de la salud y la institucionalización son otros eventos que contribuyen a un mayor aislamiento social favoreciendo la aparición o el aumento de los sentimientos de soledad, y, por si fuera poco, cuando llega el final, son los demás los que deciden por ellos.

La tristeza y el sufrimiento que genera la soledad, roba las ganas de vivir a muchas personas mayores y se convierte en un gran enemigo de su bienestar causando efectos muy graves en su estado anímico. Sentirse a salvo, estar acompañado y tener conciencia de ello, es fundamental para soportar la soledad física, cuando sentimos dolor o una enfermedad, el mejor antídoto es la afectividad del prójimo.
En Empatía, cuando tenemos que cuidar a un enfermo o a una persona mayor, la cuestión del sentimiento de soledad es algo que nos preocupa mucho, acompañar es también cuidar y poder ofrecer nuestra compañía, tanto por parte de la cuidadora como por mi parte como coordinadora, es crucial para hacer bien nuestro trabajo, acompañando también a sus familiares en esta difícil etapa.
La familia debe incentivar que sus seres queridos mantengas su actividad social, disfruten del ocio y se sientan útiles y realizados. Es muy gratificante rodearse de gente más joven porque se sienten más vivas y alegres, y necesitan convivir con personas de edades diversa, que aportan formas de ver la vida y experiencias distintas de las suyas.
¿Un consejo?
En definitiva, el mejor consejo para combatir la soledad es la compañía y sentirse apoyado. A veces, no es posible para la familia, por las situaciones personales, dedicar todo el tiempo que se quisiera a nuestros mayores, pero hay diferentes alternativas. La asistencia a domicilio para personas mayores es clave para revertir este tipo de situaciones y ofrecer al paciente la atención que necesita de manera más efectiva con un plan de cuidados orientado a mejorar la salud emocional, más allá de los cuidados médicos. Existen muchas tareas y actividades sencillas que nos ayudan a que la vida de los mayores sea más plena y satisfactoria, manteniendo a raya la soledad.