En muchas ocasiones, la persona cuidadora o el entorno del mayor infravaloran sus capacidades físicas y mentales. Usan un vocabulario limitado o reducido, con repeticiones y adoptando un tono de voz exagerado e infantil, porque asumen que las frases complejas no serán entendidas por el mayor. También les limitan su autonomía e independencia porque creen que no son capaces de hacerlos por ellos mismos, favoreciendo la disminución de sus facultades físicas, cognitivas, funcionales y emocionales, pero, detrás de un anciano hay toda una vida de experiencia y conocimiento.
Los derechos no caducan con la edad, y las personas mayores tienen los suyos, aunque en ocasiones necesiten alguna ayuda para poder ejercerlos.

La infantilización de las personas mayores está en comportamientos como estos:

  • Hablarles con diminutivos.
  • Utilizar un tono de voz “ñoño”.
  • Tratarles con condescendencia, son personas adultas que saben lo que quieren.
  • Las personas mayores quieren ser tratadas con respeto, como personas adultas, sin que haya diferencias por su edad o estado de salud.

¿Cuáles son las consecuencias de la infantilización?

Utilizar un habla y comportamiento infantilizados hacia las personas mayores tiene consecuencias para su bienestar emocional e independencia. Considerarles y tratarles como menos capaces implica hacerles más dependientes, puesto que estamos socavando su autonomía. Además, mina su autoestima y su identidad, al transmitirle una idea desvirtuada de ellos mismos.
TENLO EN CUENTA, NO LES INFANTILICES. SON PERSONAS, COMO TÚ Y COMO YO.

La sociedad debe apreciar el valor que tienen las personas mayores y reconocer su experiencia de vida, su biografía, sus conocimientos adquiridos y su capacidad de ayudar.
Promover un envejecimiento activo, que abarque la salud, la estimulación cognitiva y la participación social, es clave para fomentar la autoestima y el bienestar emocional de las personas mayores. Esto es algo que podemos hacer tanto en el entorno familiar, como contando con la ayuda de cuidadores y especialistas.
Tratar con cariño es permitir, incluso con dificultades, que la persona pueda ejercer su autonomía e independencia (cuando sea posible).
Ayudar y no hacerlo es preocuparse, respetar sus deseos y decisiones es amor.

Seguir sintiéndose una parte activa de la sociedad es muy importante para que nuestros mayores puedan disfrutar de esta nueva etapa de su vida con plenitud, aprovechando todas sus capacidades físicas y mentales
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